La crisis internacional fortalece.
Sin dudas es lo que está sucediendo con el Maxibásquetbol. Ya se han inscripto para el próximo Campeonato Mundial de Maxibásquetbol más de 85 equipos de 25 países. Por un lado porque muchos conocen el nivel organizativo y social de esos torneos y por el otro, porque se ha privilegiado disfrutar de una semana de deporte, turismo y amistad, por encima de los problemas que la economía mundial plantea.
Muchas veces la inflación, la desocupación, los mercados volátiles y los abruptos cambios financieros son provocados por meras ilusiones mentales que no tienen otro basamento más que la especulación y la avaricia. Únicamente las manifestaciones que no toman en cuenta esas causas permiten detener las malas sensaciones que nos llevan al miedo, a la angustia y a la depresión.
Praga a la vista y la inconfundible sensación del deporte, es la luz del otro lado del túnel. Esa sensación inequívoca de que algo bueno puede suceder en el marasmo de los inconvenientes. Es esa herramienta que nos mueve a pensar distinto, a sentir distinto y a entender que aunque seamos nosotros las víctimas de esas situaciones internacionales que no manejamos, no pueden controlarnos. En vez de preocuparnos, debemos ocuparnos. Y ocuparse es buscar lo mejor. Y lo mejor es hacer lo que nos gusta, trabajar en lo que nos gusta y organizar lo que nos gusta, desconociendo lo que pareciera que nos hace mal. Porque si parece que nos hace mal, debemos ignorarlo, quitarle entidad y desdibujarlo en nuestras mentes para convertirlo en inofensivo.
Somos nosotros los que sentimos, los que sufrimos, los que tememos. Si miramos hacia la luz, no hay miedo, sufrimiento, ni dolor que sentir. Por eso este año Praga, es más que nunca la ciudad Luz. Y los que podamos iremos porque queremos, y no porque podemos.
Muchas veces la inflación, la desocupación, los mercados volátiles y los abruptos cambios financieros son provocados por meras ilusiones mentales que no tienen otro basamento más que la especulación y la avaricia. Únicamente las manifestaciones que no toman en cuenta esas causas permiten detener las malas sensaciones que nos llevan al miedo, a la angustia y a la depresión.
Praga a la vista y la inconfundible sensación del deporte, es la luz del otro lado del túnel. Esa sensación inequívoca de que algo bueno puede suceder en el marasmo de los inconvenientes. Es esa herramienta que nos mueve a pensar distinto, a sentir distinto y a entender que aunque seamos nosotros las víctimas de esas situaciones internacionales que no manejamos, no pueden controlarnos. En vez de preocuparnos, debemos ocuparnos. Y ocuparse es buscar lo mejor. Y lo mejor es hacer lo que nos gusta, trabajar en lo que nos gusta y organizar lo que nos gusta, desconociendo lo que pareciera que nos hace mal. Porque si parece que nos hace mal, debemos ignorarlo, quitarle entidad y desdibujarlo en nuestras mentes para convertirlo en inofensivo.
Somos nosotros los que sentimos, los que sufrimos, los que tememos. Si miramos hacia la luz, no hay miedo, sufrimiento, ni dolor que sentir. Por eso este año Praga, es más que nunca la ciudad Luz. Y los que podamos iremos porque queremos, y no porque podemos.
RRL
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